¿Te ha tocado dar vueltas por ahí como una peonza? ¿Tienes más especialidades acreditadas de las que puedes recordar? ¿Conoces pueblos y ciudades de CyL? ¿Tu coche tiene más de 150.000 kilómetros? ¿Te jode que echen sal en las carreteras cuando no nieva ni va a nevar? ¿Tiras con media jornada y te han puesto un horario de mierda? Pues a lo mejor te interesa leer esto. Bueno, o no, pero da igual, yo lo pongo de todas formas.

domingo, 7 de octubre de 2012

Está claro que los títulos no son lo mío

Me dice google que hoy hace 127 años que nació Niels Bohr. Pero resulta que soy de letras.

Estar cansado como para escribir no quiere decir lo mismo que no querer escribir. Con esto lo que quiero decir es que espero que me disculpéis por no haber puesto cosas en una temporadita, más allá de una canción que me encanta y que, pidiendo un final feliz, ella misma se negaba a sí misma cortándose repentinamente antes de llegar al clímax. Cosas del youtube y de los vídeos caseros movilianos, que muchas veces no sabes si el que los pone estaba en sus cabales cuando decidió colgar algo interruptus y dejarnos a los fans a medias. Cantus interruptus debería ser una nueva categoría músico-sexual Tengo que reconocer que no me di cuenta de que el vídeo estaba incompleto hasta que ya estaba colgado, pero me hizo tanta gracia pensar que una canción con ese título no estaba completa que decidí dejarlo como está. Me descojono con este tipo de cosas, qué le voy a hacer. Supongo que si lleváis leídas algunas entradas más de este blog lo comprenderéis. Si no, no pasa nada, ya os lo digo yo: esti chaval a veces parez que ta mal.

Lo cierto es que sí hay temas de sobra para contar por esta vía, directa o indirectamente, pero tengo algo menos de tiempo que en anteriores ediciones y noto el cansancio que me impide escribir con tanta frecuencia como antes del verano. La razón que da sentido a este blog sigue siendo la misma y yo sigo comprometido con ella, pero se han dado una serie de cambios objetivos que dificultan la escritura: el primero que el pincho a través del que me conecto a internet es una putísima mierda y hace que me cueste horrores ver con tranquilidad mis correos electrónicos, así que no digamos ya otras cosas tipo vídeos de youtube o fotos del putifesibuk o entrar en blogger. Por otra parte, he vuelto al trabajo docente (no decente, que conste) y resulta que esta vez tengo que compartir piso, lo cual hace que mis ratos de tranquilidad sean cuantitativamente menores. Sí, necesito algo de tranquilidad para poder escribir, y tener a gente con la que no tienes mucha confianza pululando por casa es algo que a mí, particularmente, me dificulta. Ahora escribo esto porque estoy solo, pero en un rato llegará alguno de mis compas de piso y empezará una conversación seguramente intranscendente que me retrasará en el muy noble propósito de poner alguna cosa por aquí.

Que conste que me sigo encontrando papelitos debajo de la puerta (sí, también en esta casa de una calle con nombre de santo que no había oído en la vida. También digo que ahora me gustaría estar en una calle que se llama como mi cuarto apellido) y me siguen dejando servilletas con palabras de amor para que las publique, pero por ahora no las compartiré porque tal vez sea pasarse y no toque. Al fin y al cabo esto nació como un blog de un interino errante y seguro que si alguien se encuentra lo que pongo, como resultado de buscar información sobre vacantes o sustituciones, flipa un poco. Oye, que flipen, que al fin y al cabo también los interinos errantes podemos hablar de lo que nos pete, carajo.

Venga anda, reconozco que me hubiera gustado ser yo mismo quien hubiera escrito esas notas de amor o esos cuentos que colgué en ocasiones anteriores. Reconozco que los he copiado de Nigel Rickembacker. Sí, incluso todo el asunto del amo del tiempo. Pero me consta que Nigel, como yo, tenía una chica con moño a quien escribirle, y con eso basta. La suya se llamaba Mary Blackstone-Helix; la mía no, pero casi mejor, no sea que Nigel venga de ultratumba y me haga una corbata colombiana por copiota.

También le he copiado cosas a Luis Coto, pero esas se quedan entre él y yo, que sé que me lee y me aprecia. A través de estas líneas quiero mandarle un fuerte abrazo. Luis, iremos pronto a San Telmo, si nos dejan, y buscaremos juntos los restos, si los hubiera, del señor Arnolfini, que sé que dejó una nota para nosotros en alguna esquina de bar roñoso. De Luis hablaré otro día, aunque tal vez os dé una pista saber que era, y es, el hombre de las enfermedades raras, cuyo gusto por repetir escenas de cine es casi equivalente a su desánimo y tristeza por la falta de buenos musicales en el cine español. Qué digo buenos, digo musicales en general, salvo mierdas tipo “El rey león”, que son casi un atentado al buen gusto. Luis, perdóname la indiscreción, ya saben quién eres. Tío, no es culpa mía, es que soy un bocas.

Me gustaría poner muchas cosas que no voy a poner. Habrá ocasiones, puesto que vuestro humilde interino errante seguirá por aquí, observando, criticando y queriendo. Seguro que veré canciones, oleré libros, oiré películas y soñaré con desvirgar panderetas. Echaré de menos algún cuello y temblaré al oír ciertas cosas. Buscaré bigotes en caras de imberbes y beberé agua en copas de whisky. Visitaré museos desconocidos y tendré siempre conmigo un llavero y un planeta. Contaré qué tal me va y seguiré pidiendo sonrisas a quien las hace como nadie en el mundo. Con Luis y con Nigel, con mis dos hermanos gemelos, con el interino y con el errante. Faltaría más.

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