No deja de tener su
gracia que esté escribiendo esta entrada a altísimas horas de la
madrugada (o bajísimas horas de la mañana) tras haber estado de
boda y ¡haber dormido ya! Seguro que algunos otros no se habrán
echado ni a sobar y yo ya estoy en pie dando la tabarra. Cuatro
horitas de sueño, lo normal últimamente, y menos tiempo del que me
va a costar llegar a Ávila. Bien, será cuestión de acostumbrarse,
porque dormir poco y mal empieza ya a ser marca de la casa, y hacer
viajes largos en coche ya es marca de la casa desde hace muuuucho
tiempo, pero no niego que hoy precisamente le tengo cierto repelús a
la operación retorno.
Me cuesta elegir temática
para esta entrada, que podría ser muy variada, desde las señoras
con bótox a las que se les queda a todas la cara igual y la boquita
de pitminí y te miran raro, a los debates sin sentido sobre si el
gin tonic con Beefeater está muy visto, pasando por toda la cuestión
de las vacantes, los exámenes de septiembre o las ansiedades varias
vinculadas no sólo con el tema laboral, pero la cosa es que igual no
son horas para tocar ninguno de esos temas. En su lugar, prefiero
hacer dos reflexiones que no tienen nada que ver una con la otra:
1º)se hace rara una boda sin farlopa. 2º)he encontrado a un director
de cine que tiene la misma manía que yo.
Primera reflexión) Sí
señores y señoras, estoy en disposición de afirmar que en este
enlace en el que he estado no había nada en polvo que no fueran los
azucarillos del café. Estaba todo muy bien pensado, con baños
minúsculos para evitar que, como en El año de la garrapata,
alguien decidiera hacer la fiesta por su cuenta y pasar de
entremeses, pinchitos y canapés varios directamente al rodaballo de
Galicia, sin escalas. Y más si tenemos en cuenta que hicieron un
amago peligroso al principio, poniendo al pánfilo del David Guetta a
todo trapo, momento en el que pensé “maaadreeeeeeeeeeeeeeeeeeee”.
Pero claro, luego me fui dando cuenta de que el tal David Guetta es
el apóstol de los discotequeros “sanos”, que como ya tienen
hijos y están casados ahora si se meten algo es “por error” o
“porque me lo han puesto en la copa”... curiosa la elipsis entre
los 16 y los 36 años, parece que no hubiera pasado el tiempo en
absoluto... dios qué pereza me daaaaaaaaannnnnnnnnnnnnn
La verdad es que no sé
para qué voy a bodas. Y eso que voy librando bastante y ya voy a muy
poquitas, pero al final siempre salgo con la misma impresión de casi
todas, salvo que acabe muy borracho o pasao, en cuyo caso todo es de
puta madre, claro. Pero como esta vez no tenía yo ni el cuerpo ni la
mente en plan terminar como una pulga, pues se me ocurrió también
que quizás hoy fuese el momento ideal para hacer un comentario ácido
sobre el rito del matrimonio en la sociedad española, pero como es
posible que me lleve su tiempo casi prefiero decir los capítulos que
tocaré el día que lo quiera hacer con calma:
-el rito del matrimonio
en la sociedad española I: ¿la boda es nuestra o de nuestros
padres?
-el rito del matrimonio
en la sociedad española II: ¿quién coño ha elegido el menú?
-el rito del matrimonio
en la sociedad española III: ¿ese señor que habla es un cura o un
cómico de Albacete?
-el rito del matrimonio
en la sociedad española IV: hostia tú, que es el cura...
-el rito del matrimonio
en la sociedad española V: las comparaciones siempre son odiosas, el
vino de mi boda era mejor
-el rito del matrimonio
en la sociedad española VI: ¡basta de autorreferencias, ya sabemos
que no os conocisteis en la cola de paro!
-el rito del matrimonio
en la sociedad española (y VII): ¡fuera corbatas, hagamos el
ridículo!
Algún día esa entrada
se escribirá y entonces no me invitarán a más bodas por hijoputa.
Y yo igual hasta feliz como una perdiz, aunque pienso que Truman
Capote era bastante más hijoputa que yo y lo seguían invitando a
los saraos... Ya veremos.
Segunda reflexión) Como
volví pronto pude constatar nuevamente que la televisión los
sábados noche es una putísima mierda. Ello no obstante, llegué a
pillar la sesión de Todo Cine de La Sexta 3 justo antes de los
horroróscopos, gracias a lo cual descubrí que Christopher Nolan y
yo, aparte de tener cierta querencia por Batman, los insomnes y la
gente que tiene mala memoria, compartimos una manía más: las manos.
Yo no me había fijado, pero como a los de Todo Cine les pagan por
cosas como estas, pues ellos sí: el tipo presenta a cada personaje
haciendo un plano inicial de sus manos, generalmente ocupadas en
alguna tarea que caracteriza al personaje. Seguro que lo repiten, así
que quien quiera podrá verlo estos días, pero me llamó mucho la
atención y estoy casi seguro que Nolan y yo coincidiríamos en votar
a favor de darle un premio oscar a Cosa, la mano de la familia
Addams. Y fijo que también coincidiríamos en que mola mucho que
haya un premio de pelota llamado el “manomanista”.
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Mi mano haciedo de Cosa, con éxito relativo |
Sí, qué le voy a hacer
pero me fijo en las manos de la gente, en cómo las mueven, en cómo
gesticulan con ellas, en dónde las colocan cuando están nerviosos,
en si tienen los dedos que deben o más y cosas por el estilo. Cosas
mías, que dirían los Abuelos, pero cosas mías que ya no me puedo
quitar porque no tengo edad para disculparme por mis manías y porque
tampoco tengo edad, ni ganas, para que me gusten otras manos.
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El éxito fue tan relativo que Cosa acabó volcando |
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