¿Te ha tocado dar vueltas por ahí como una peonza? ¿Tienes más especialidades acreditadas de las que puedes recordar? ¿Conoces pueblos y ciudades de CyL? ¿Tu coche tiene más de 150.000 kilómetros? ¿Te jode que echen sal en las carreteras cuando no nieva ni va a nevar? ¿Tiras con media jornada y te han puesto un horario de mierda? Pues a lo mejor te interesa leer esto. Bueno, o no, pero da igual, yo lo pongo de todas formas.

martes, 4 de septiembre de 2012

Mamá, no quiero ir al colegio




Seguro que, como en la canción, hay muchos chavales que últimamente están pensando esto. Aceptemos que en lugar de "mamá" puedan decir también "papá" para ser políticamente correctos. Políticamente correctos nosotros, no los chavales. Hoy he tenido bastantes pruebas al respecto, tanto por acción como por omisión. Pa matalos. Otros, en cambio, esperamos ir al colegio pronto. Tengo que confesar que llevo unas cuantas semanas esperando ir a trabajar, fundamentalmente porque esto de no saber dónde carajo vamos a estar el próximo curso (y si vamos a estar, siquiera) es una situación muy jodida que no viene bien a la cabeza de nadie. Y si encima tienes una cabeza tendente a darle vueltas a las cosas, pues ya para qué quieres más. Me he pasado el verano, y quien haya leído las entradas del blog lo sabe bien, escribiendo cosas que nada o muy poco tenían que ver con la cuestión laboral, y ni siquiera me dio por comentar nada sobre las listas provisionales de vacantes, ni sobre las esperanzas de destino para este curso que ya empieza. Estaba y estoy a otros temas que son tanto o más importantes que el curro pero que, si los juntas con la cuestión de la ignorancia sobre el futuro laboral y con la estancia obligada en el hogar familiar, conforman un totum revolutum que flipas. Al menos yo sí flipo.

La realidad es que todo el mundo anda nervioso estos días a la espera de saber algo más o menos serio que permita adivinar si tendremos oportunidad de trabajar algo, y lo cierto es que las conversaciones son un poco monotemáticas, pero es lo que hay y no queda otra que armarse de paciencia y esperar. Como supongo que todo el mundo, yo tengo mis particulares deseos para este curso, pero no está en manos de este interino errante determinar la ciudad y la compañía para los próximos meses. Si pudiera elegir sería cualquier sitio siempre que estuviera bien acompañado, pero no puedo elegir. Y me tengo que joder, pero es lo que hemos asumido al meternos en este lío que es dedicarnos a lo que nos gusta, y lo asumimos con dignidad, o al menos lo intentamos.

Ahora que estoy de vuelta, espero que muy temporalmente en este caso concreto, por esta ciudad con murallas, en medio de exámenes falsos y notas de risa, tengo que reconocer que estoy contento de volver a la tierra más allá de las montañas. Es donde quiero estar, por mucho que me guste mi tierra, y las razones son variadas y todas ellas muy serias, pero no es el momento quizás de desarrollarlas. Tal vez una de las razones es que mañana (ya hoy, esta noche) podré ver esto en directo



Pero aparte, lo que tengo claro es que necesitaba como el comer recuperar mi vida autónoma, estar yo por mi cuenta y no tener que estar pendiente de familiares y todas las implicaciones que tiene volver, obligatoriamente, a casa de los progenitores. Lo jodido de esta vida de interino errante es que el sitio de referencia, al que vuelves cuando se te acaban los contratos, generalmente es por cojones la casa de tus padres (con todas las variantes que ello pueda tener), sobre todo si estás en cierto margen de edad como en el que se halla el que suscribe esto. Me gustaría que no fuera así, pero por ahora no hay otro remedio porque financieramente es lo más apañao. Y no estamos como para hacer bromas con el tema económico-financiero (¿o sí? Si alguien quiere, que lo ponga en los comentarios al final de esto). La movida es ¿cómo carajo vamos a tener cierto grado de autonomía si resulta que no sabemos jamás lo que nos va a pasar de un curso para otro? Antes de que a los del gobierno (cualquier gobierno, ojo) les entrara esta esquizofrenia que se manifiesta en joder a los empleados públicos de todo pelaje y condición, se podían hacer ciertas cábalas a principio del curso y más o menos podías saber si te iba a ir mejor, pero ahora eso ya es imposible, y a casos sangrantes que conozco me remito. Lo que más me temo es que esta situación objetiva en la que están jodiendo no sólo al profesorado, sino al sistema educativo público en general, cada uno la valoremos en función de cómo nos vaya en la fiesta, y si suena la flauta y nos llaman para trabajar y/o nos dan una vacante (verdadera o falsa) pues nos demos con un canto en los dientes y no reflexionemos un poco más allá sobre todo lo que está pasando. Esto no se soluciona pidiendo volver a lo que había antes, porque lo que había antes (y pienso en uno o dos años atrás), también era una puta mierda, aunque fuera una puta mierda un poco menos maloliente que la de ahora. El que no tenga esto más o menos asumido que no lea más y se vaya directamente a llamarme catastrofista a los comentarios.

Deduzco, por tanto, que quien lea este párrafo está conmigo en que lo que había antes no era ideal, por mucho que nos diera la oportunidad de trabajar y meternos en esta movida. Sí, empezamos a trabajar, a ver si realmente esta profesión nos gustaba o no, si los chavales nos superaban o podíamos controlarlos, si nos currábamos nuestras clases y nos apasionaba lo que hacíamos. A mí ni el sueldo ni las vacaciones han sido nunca lo que más me llamaba de esta movida, pero no estoy dispuesto a ser cabeza de turco de unos gilipollas que lo único que piensan es en que ciertas cifras macroeconómicas que, por otra parte, nadie normal entiende, cuadren en no sé qué oficina de Madrid, Bruselas o Berlín, llena de mamones que, como muchos de mi queridos pedagogos, en su puta vida han estado en un instituto, en un hospital o en un centro de salud de barrio, y luego se permiten el lujo de dar lecciones sobre qué se debe y qué no se debe hacer. Yo no me suelo meter a criticar el trabajo de otros, ni a opinar sobre si echan muchas horas o pocas, fundamentalmente porque respeto profundamente el trabajo de (casi) todo el mundo, sobre todo del que hace algo productivo en términos sociales (fabricar un tornillo o enseñar a un chaval a sumar, lo mismo me da), pero sí que me atrevo a llamar hijoputa al que piensa únicamente en números y estadísticas y no se da cuenta (o se da cuenta y no le importa) de que detrás hay gente que se va a quedar jodida por el simple hecho de que ellos consideran que hay que ahorrar. Puta manía la de ahorrar que les ha entrado ahora a los gilipollas que gastan miles de millones de todos en garantizar la supervivencia de unos bancos que han logrado hacerse imprescindibles en una sociedad que se permite el lujo de pensar que no todo el mundo tiene por qué acceder a la atención sanitaria o a no morirse de frío. Que no hombre, que no, eso se lo contáis a otro pero yo no me lo trago.

Como decía un amigo, “esto sólo se arregla a tiros”, y tomando los problemas en global y no desde mi situación particular. En global porque los problemas no son sólo para un sector: el que piense que no le van a recortar el sueldo porque no es funcionario va listo, y si no que espere a la próxima negociación de su convenio colectivo cuando la empresa se acoja a las posibilidades que le da la reforma que aprobó el PSOE. Y a tiros porque cuando se hace evidente que estamos ante un sistema que no funciona o, si funciona, lo hace jodiendo a la mayoría y beneficiando a unos pocos, sólo queda acabar con él, y no pacíficamente porque quien está arriba no se va a dejar tan fácilmente apartar. Y digo quien está arriba de verdad, no los peleles que ejecutan las decisiones escudándose tras la gaviota, la rosa o los mamoncetes que quieren pillar cacho diciendo que esto se puede arreglar por las buenas, negociando o diciéndole a la gente que podemos volver a como estábamos hace 10 años. Y digo a tiros de manera gráfica pero no necesariamente literal. O sí. Y aparte, yo no quiero volver a hace 10 años, yo quiero ir a una situación, donde ni yo ni nadie tengamos que preocuparnos por el paro, ni por muchas otras cosas. Puedo imaginarlo, puedo pensarlo, y si puedo imaginarlo y pensarlo es que es posible. Sólo hace falta querer y ponerse a ello, pero en serio.

Y como regalo final para quienes hayáis aguantado hasta aquí, esto, aunque quizás nadie sepa qué pinta en esta entrada. Yo sí :)





No hay comentarios:

Publicar un comentario