Seguro que, como en la
canción, hay muchos chavales que últimamente están pensando esto. Aceptemos que en lugar de "mamá" puedan decir también "papá" para ser políticamente correctos. Políticamente correctos nosotros, no los chavales.
Hoy he tenido bastantes pruebas al respecto, tanto por acción como
por omisión. Pa matalos. Otros, en cambio, esperamos ir al colegio
pronto. Tengo que confesar que llevo unas cuantas semanas esperando
ir a trabajar, fundamentalmente porque esto de no saber dónde carajo
vamos a estar el próximo curso (y si vamos a estar, siquiera) es una
situación muy jodida que no viene bien a la cabeza de nadie. Y si
encima tienes una cabeza tendente a darle vueltas a las cosas, pues
ya para qué quieres más. Me he pasado el verano, y quien haya leído
las entradas del blog lo sabe bien, escribiendo cosas que nada o muy
poco tenían que ver con la cuestión laboral, y ni siquiera me dio
por comentar nada sobre las listas provisionales de vacantes, ni
sobre las esperanzas de destino para este curso que ya empieza.
Estaba y estoy a otros temas que son tanto o más importantes que el
curro pero que, si los juntas con la cuestión de la ignorancia sobre
el futuro laboral y con la estancia obligada en el hogar familiar,
conforman un totum revolutum que flipas. Al menos yo sí flipo.
La realidad es que todo
el mundo anda nervioso estos días a la espera de saber algo más o
menos serio que permita adivinar si tendremos oportunidad de trabajar
algo, y lo cierto es que las conversaciones son un poco
monotemáticas, pero es lo que hay y no queda otra que armarse de
paciencia y esperar. Como supongo que todo el mundo, yo tengo mis
particulares deseos para este curso, pero no está en manos de este
interino errante determinar la ciudad y la compañía para los
próximos meses. Si pudiera elegir sería cualquier sitio siempre que
estuviera bien acompañado, pero no puedo elegir. Y me tengo que
joder, pero es lo que hemos asumido al meternos en este lío que es
dedicarnos a lo que nos gusta, y lo asumimos con dignidad, o al menos
lo intentamos.
Ahora que estoy de vuelta, espero que muy temporalmente en este caso concreto,
por esta ciudad con murallas, en medio de exámenes falsos y notas de
risa, tengo que reconocer que estoy contento de volver a la tierra
más allá de las montañas. Es donde quiero estar, por mucho que me
guste mi tierra, y las razones son variadas y todas ellas muy serias,
pero no es el momento quizás de desarrollarlas. Tal vez una de las
razones es que mañana (ya hoy, esta noche) podré ver esto en directo
Pero aparte, lo que tengo
claro es que necesitaba como el comer recuperar mi vida autónoma,
estar yo por mi cuenta y no tener que estar pendiente de familiares y
todas las implicaciones que tiene volver, obligatoriamente, a casa de
los progenitores. Lo jodido de esta vida de interino errante es que
el sitio de referencia, al que vuelves cuando se te acaban los
contratos, generalmente es por cojones la casa de tus padres (con
todas las variantes que ello pueda tener), sobre todo si estás en
cierto margen de edad como en el que se halla el que suscribe esto.
Me gustaría que no fuera así, pero por ahora no hay otro remedio
porque financieramente es lo más apañao. Y no estamos como para
hacer bromas con el tema económico-financiero (¿o sí? Si alguien
quiere, que lo ponga en los comentarios al final de esto). La movida
es ¿cómo carajo vamos a tener cierto grado de autonomía si resulta
que no sabemos jamás lo que nos va a pasar de un curso para otro?
Antes de que a los del gobierno (cualquier gobierno, ojo) les entrara
esta esquizofrenia que se manifiesta en joder a los empleados
públicos de todo pelaje y condición, se podían hacer ciertas
cábalas a principio del curso y más o menos podías saber si te iba
a ir mejor, pero ahora eso ya es imposible, y a casos sangrantes que
conozco me remito. Lo que más me temo es que esta situación
objetiva en la que están jodiendo no sólo al profesorado, sino al
sistema educativo público en general, cada uno la valoremos en
función de cómo nos vaya en la fiesta, y si suena la flauta y nos
llaman para trabajar y/o nos dan una vacante (verdadera o falsa) pues
nos demos con un canto en los dientes y no reflexionemos un poco más
allá sobre todo lo que está pasando. Esto no se soluciona pidiendo
volver a lo que había antes, porque lo que había antes (y pienso en
uno o dos años atrás), también era una puta mierda, aunque fuera
una puta mierda un poco menos maloliente que la de ahora. El que no
tenga esto más o menos asumido que no lea más y se vaya
directamente a llamarme catastrofista a los comentarios.
Deduzco, por tanto, que
quien lea este párrafo está conmigo en que lo que había antes no
era ideal, por mucho que nos diera la oportunidad de trabajar y
meternos en esta movida. Sí, empezamos a trabajar, a ver si
realmente esta profesión nos gustaba o no, si los chavales nos
superaban o podíamos controlarlos, si nos currábamos nuestras
clases y nos apasionaba lo que hacíamos. A mí ni el sueldo ni las
vacaciones han sido nunca lo que más me llamaba de esta movida, pero
no estoy dispuesto a ser cabeza de turco de unos gilipollas que lo
único que piensan es en que ciertas cifras macroeconómicas que, por
otra parte, nadie normal entiende, cuadren en no sé qué oficina de
Madrid, Bruselas o Berlín, llena de mamones que, como muchos de mi
queridos pedagogos, en su puta vida han estado en un instituto, en un
hospital o en un centro de salud de barrio, y luego se permiten el
lujo de dar lecciones sobre qué se debe y qué no se debe hacer. Yo
no me suelo meter a criticar el trabajo de otros, ni a opinar sobre
si echan muchas horas o pocas, fundamentalmente porque respeto
profundamente el trabajo de (casi) todo el mundo, sobre todo del que
hace algo productivo en términos sociales (fabricar un tornillo o
enseñar a un chaval a sumar, lo mismo me da), pero sí que me atrevo
a llamar hijoputa al que piensa únicamente en números y
estadísticas y no se da cuenta (o se da cuenta y no le importa) de
que detrás hay gente que se va a quedar jodida por el simple hecho
de que ellos consideran que hay que ahorrar. Puta manía la de
ahorrar que les ha entrado ahora a los gilipollas que gastan miles de
millones de todos en garantizar la supervivencia de unos bancos que
han logrado hacerse imprescindibles en una sociedad que se permite el
lujo de pensar que no todo el mundo tiene por qué acceder a la
atención sanitaria o a no morirse de frío. Que no hombre, que no,
eso se lo contáis a otro pero yo no me lo trago.
Como decía un amigo,
“esto sólo se arregla a tiros”, y tomando los problemas en
global y no desde mi situación particular. En global porque los
problemas no son sólo para un sector: el que piense que no le van a
recortar el sueldo porque no es funcionario va listo, y si no que
espere a la próxima negociación de su convenio colectivo cuando la
empresa se acoja a las posibilidades que le da la reforma que aprobó
el PSOE. Y a tiros porque cuando se hace evidente que estamos ante un
sistema que no funciona o, si funciona, lo hace jodiendo a la mayoría
y beneficiando a unos pocos, sólo queda acabar con él, y no
pacíficamente porque quien está arriba no se va a dejar tan
fácilmente apartar. Y digo quien está arriba de verdad, no los
peleles que ejecutan las decisiones escudándose tras la gaviota, la
rosa o los mamoncetes que quieren pillar cacho diciendo que esto se
puede arreglar por las buenas, negociando o diciéndole a la gente
que podemos volver a como estábamos hace 10 años. Y digo a tiros
de manera gráfica pero no necesariamente literal. O sí. Y aparte,
yo no quiero volver a hace 10 años, yo quiero ir a una situación,
donde ni yo ni nadie tengamos que preocuparnos por el paro, ni por
muchas otras cosas. Puedo imaginarlo, puedo pensarlo, y si puedo
imaginarlo y pensarlo es que es posible. Sólo hace falta querer y
ponerse a ello, pero en serio.
Y como regalo final para
quienes hayáis aguantado hasta aquí, esto, aunque quizás nadie sepa qué pinta en esta entrada. Yo sí :)
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