Interino Errante en Castilla y León
¿Te ha tocado dar vueltas por ahí como una peonza? ¿Tienes más especialidades acreditadas de las que puedes recordar? ¿Conoces pueblos y ciudades de CyL? ¿Tu coche tiene más de 150.000 kilómetros? ¿Te jode que echen sal en las carreteras cuando no nieva ni va a nevar? ¿Tiras con media jornada y te han puesto un horario de mierda? Pues a lo mejor te interesa leer esto. Bueno, o no, pero da igual, yo lo pongo de todas formas.
lunes, 31 de diciembre de 2012
miércoles, 12 de diciembre de 2012
Llega la noche
Hoy he leído unas cuantas hojas de un libro que casi me ofende sino fuera porque es demasiado tópico. Luego un cómic cogido hoy en la biblioteca, como el libro. Como más cómics. He hecho uso de los cinco comodines que deja la junta de castilla y león en el préstamo de adultos.
¿Por qué cuento esto?
Porque realmente lo que quiero es desearos buenas noches, pero necesitaba una entradilla, una pequeña excusa. Buenas noches y que durmáis bien. Recordad que en las noches de invierno conviene taparse y no coger frío. Bueno, en las noches de invierno y en todas.
¿Por qué cuento esto?
Porque realmente lo que quiero es desearos buenas noches, pero necesitaba una entradilla, una pequeña excusa. Buenas noches y que durmáis bien. Recordad que en las noches de invierno conviene taparse y no coger frío. Bueno, en las noches de invierno y en todas.
martes, 11 de diciembre de 2012
Cada día y cada día más
Dos destinos en dos
meses, así funciona la vida del interino errante. Y lo cojonudo es
que no me puedo quejar mucho porque tengo unos cuantos amigos que
están todavía esperando que les llamen para trabajar y quienes,
cada vez que les pregunto, no me dicen otra cosa que “veo jodido
que me llamen este curso”. Y hablo de gente que el curso pasado por
estas fechas ya estaba currando a todo trapo. Menuda puta mierda.
Menuda puta mierda para todos, porque lo cierto es que está todo
cristo de mal café con los putos recortes y con las mamonadas que,
además y por si fuera poco, pone encima de la mesa nuestra querida y
muy putísima administración. Quiero que quede constancia aquí de
que los mismos señores que han decidido dejar sin trabajo a miles de
profesores mediante el aumento de horas lectivas de unos cuantos
miles más y el hacinamiento de muchos chavales en clases en las que,
si te descuidas, te quedas pajarito por el frío, ahora tienen el
valor de pedir a los que tienen la suerte de estar trabajando que se
preocupen por elevar los estándares de calidad (o sea, los aprobados
en este puto mundo de signo y símbolo) con planes ridículos que
nadie sabe si quiere (o puede) poner en práctica.
Hay que ser muy caradura
para pretender que los mismos a los que te dedicas a joder por activa
y por pasiva encima te hagan quedar bien delante de los demás, en
este caso los padres y esa señora “la sociedad en general”
que nadie sabe quién es y que pordiosyporlavirgen espero que no esté
representada por los tertulianos y tertulianas de cadenas como
Intereconomy o
I see13, porque si es así entonces yo mejor emigro a un sitio
más digno como la frontera entre Uganda y la República Democrática
del Congo: ahí por lo menos sabes que el que viene enfrente te
quiere matar, y punto. Una vida más sencilla y sin tener que
aguantar las gilipolleces en la tele y luego oírlas en los bares.
Eso sí, puede que una vida más corta. O no. O qué sé yo. En todo
caso, ay del profesor o profesora a quien se le ocurra cavar su
propia tumba elevando el nivel de aprobados para que luego los amigos
de la consejería quieran demostrar que la calidad no baja con los
recortes.
Pero bueno, aparte de
esto que me come la moral, llevo como digo dos destinos ya y dos
poblaciones distintas. Ahora estoy en un pueblo galletero y antes no.
Ya me he encontrado con algumnos (algunos alumnos, estoy en
plan neolengua) hijosdeputa, algumnos que merecen un regalo y una
gran proporción de seres por los que siento una sutil indiferencia y
cuyos nombres me costará muchos menos olvidar que aprender (eso si
llego a las sesiones de evaluación y cuando digan “fulanito de
tal” sé a quién se refieren sin tener que mirar la libreta con
las puñeteras fotitos, más sobada ya que un Interviú en la
habitación de un adolescente de los 90). Pero es que esto es así y,
aparte de que mi memoria sólo vale para lo que vale, son muchos y
todos con nombres muy parecidos, joder. No todo va a ser culpa mía.
Pero bueno, quizás por
tener que aprenderme tantos nombres no he podido volver a escribir
desde finales de octubre, y la verdad es que han pasado muchas cosas
que vienen a ser muestra (parcial y unilateral, como siempre), de la
vida de un interino errante (yo, el resto que escriban lo suyo si les
parece).
Sí, en este tiempo me he
aficionado a los yogures delicatessen y los he comido compartidos y
solo. Compartidos saben mejor aunque te toque menos, eso creo. Tal
vez un día escriba sobre cómo la comida sabe mejor si la comes con
quien la quieres comer, o si la compartes con quien la quieres
compartir, o si te la prepara quien quieres que te la prepare; en los
dos primeros casos yo estoy completamente de acuerdo, en el tercero
me da un poco igual porque con mi cocina de combate voy que chuto y
sé que da pa sobrevivir, tanto uno como dos comensales, e incluso se
puede hasta coger alguna lorza. Pero sí, me encantan los yogures con
mermelada de frutas y el queso rebañado, mejor si es de la zona o de
cerca. Lo mismo me pasa con las tortillas a cuatro manos o las mahous
de cinco estrellas de lata compartida, o las cervezas artesanales o
los turrones de chocolate que parecen crunch. El pan de molde que
abraza unas lonchas de pavo con mayonesa y alguna hoja de lechuga,
las sopas de ajo sosas y apañadas en el último momento, las
croquetas novedosas o los postres del norte que se venden como si
fueran de aquí. Los paseos al frío y la búsqueda incesante de los
guantes que nunca están, aunque se les espera; la velita que supera
a la lámpara en luz tenue y duración, logrando que se vea lo justo
pero suficiente para no tener que andar a tientas; las duchas que
rebosan porque aparte de jabón se reparten besos entre las cortinas;
las sábanas que no se quieren lavar porque han descubierto que
prefieren mantener el olor hasta que vuelvas; las habitaciones de
hotel que te piden a gritos que te quedes pero cuyos gestores se
niegan a complacer, llamándote a las doce menos cinco para que
ahueques o pagues otra noche; los pinchos de regalo y las sopas de
marisco en taza de barro que saben a gloria porque también cubren el
sabor de alguna lágrima que no deberías haber dejado escaparse; los
muros de piedra robusta que no dejan salir a la calle los ruidos de
la risa y la conversación y todas las demás cosas buenas y al mismo
tiempo medio bloquean las radiaciones no ionizantes de un teléfono
móvil (o dos) que mejor estaba(n) en otra parte; el primer cajón de
una mesita que se deja manipular para una función bien distinta a
aquélla para la que fue concebido y que siempre lo hace bien, y que
como recompensa tarda en volver a su función original porque ésta
última le gusta más; las llegadas apresuradas a las estaciones; lo
que se puede hacer en una autovía de noche si nadie mira y lo que se
puede dejar de hacer si te lo pide quien te lo tiene que pedir,
aunque quizás sea para hacer otra cosa similar aunque en distinto
formato. Reconozco que ahora soy fan de las siestas en las que no se
duerme y muy antifan de las noches en las que sólo duerme una mitad,
mientras la otra taladra el cerebro con nervios o miedos o dolores.
Ya ahora sé que no quiero más mitades de noches, sino mitades de
bocadillos, de cervezas o de pizzas. He oído lo que más quería y
lo que más temía, todo saliendo de la misma boca y del mismo lugar
donde se gestan esos besos cuya falta me hace temblar cada noche.
Ahora me acompaña una muñeca rusa y hasta me he comprado un cuadro
para una habitación que está por construir. Fumo lo mismo, fumo
menos y fumo más, a veces incluso tabaco para nenas, pero siempre lo
mismo, menos o más en función de la hora del día, o de la noche, o
de la tarde o de la mañana o de la madrugada. Leo a menudo que fumar
mata, pero pienso que mata lento, te da hasta tregua y te permite
retirarte con dignidad, si quieres. Pero otras veces sabes que ni
quieres tregua ni quieres retirarte, y te da igual la dignidad porque
piensas que se la inventó uno que no quería reconocer que amaba o
que odiaba o que, simplemente, sentía. Nadie dijo que esto fueran
escritos de un interino errante digno, sino sólo de un interino
errante.
He leído también a
Auster, a Kundera y a Miller, a Steinbeck y a uno con seudónimo, a
Anaïs Nin, a Tomeo y a Wodehouse. Va a parecer que sé de lo que
hablo. He leído algunas cartas que me han hecho reír por algunas
similitudes con mis cartas, y he leído otra que jamás quiero
escribir, por preciosa que me parezca en frases de otro y para otra.
He visto películas musicales japonesas que me han encantado y jamás
se me olvidará una malísima sobre la Atlántida que (no) vi durante
tres pases en una de las mejores tardes de mi vida. Quiero ver todas
las películas malas del mundo si son para tardes como esa. Quiero ir
a todos los conciertos de canciones larguísimas y cortísimas si
puedo comer huevos rebozados antes y probar tortillas a la mañana
siguiente, o si me dejan buscar chuletillas de cordero donde pienso
que no hay.
Todas estas cosas me han
estado pasando y otras muchas se me han estado pasando por la cabeza.
Y lo seguirán haciendo, y quiero que lo sepa todo el mundo. Son para
bien, y para ella, como las canciones que hace tiempo que no pongo.
Esta vez el título lo he
decidido al final :)
jueves, 25 de octubre de 2012
Dame estrellas o limones
Mi apreciadísimo Nigel Rickembacker dejó escritas, dentro de su famosa "Notas desde la cárcel del castillo", una serie de cartas a su Mary Blackstone-Helix. Hoy he leído una de ellas y me ha apetecido colgarla aquí, compartirla.
Querida Mary:
Anoche soñé con rozar
tu cuerpo, con poder estar echados los dos en la misma cama pequeña,
con poder acariciarte el pelo con tranquilidad, con darte besos y
meterte mano, con decirnos hola muchas veces, con no decirnos adiós,
con mirarte a los ojos y notar que me quieres, con lamer tu cuerpo
con parsimonia, con cogerte las manos y notar que encajan, con
acariciarte sin tocarte y tocándote, con buscarte la boca, con
morderte el lóbulo, con morderte el culo, con besarte en el cuello y
con rodearte constantemente entre mis brazos, soñaba con decir 25
veces te quiero y ninguna no te marches, con taparnos con una manta
grande, con acariciarte la garganta, con quemar leche y hierbas en
una cacerola, con cantarte canciones al oído, con llorar poco y reír
mucho, con pasear, con abrirte la puerta y presentarte a mi casa, con
decirte los sitios que me gustan de esta ciudad, con sacar unas
sábanas nuevas para ti, con beber de la misma botella de cerveza,
con invitarte a un pincho con jalapeños y besos, con hacer café con
leche, con decir “aquí te llamé aquel día”, con marcar con mi
dedo la línea de tus cejas, con morderte el papo e imitar con mis
besos el sonido del helicóptero, con que arreglases mi planeta
narajana, con escuchar juntos todos los discos, con ir a un
concierto, con encontrar nuevos bares, con mirarte y comprendernos,
con no ser insistente, con ser sistente, con dejarte mis zapatillas y
mi pasta de dientes, con verte hacer un moño y tratar de ocultar tus
ojeras, con tapar tus ojos con un antifaz y dejarte protestar, con
hacerte reír de la manera que tú sabes, con decir tu nombre en alto
y oír “¿sí?” a escasos centímetros, con notar que me
acaricias las canas, con permitir que te tapes la boca cuando te digo
algo bonito, con llamarte mil cosas bonitas, con que vuelvas a
apreciar mi coche limpio y las letras de mi pecho, con no correr, con
no tener prisa, con no pensar, con no hablar, con mirar, con tocar,
con sentir, con saborear, con imaginar, con planear, con discutir y
con amar, con llevarte en el asiento del copiloto, con darte la hora,
con buscar una pensión a altas horas, con haberla reservado ya, con
no tener donde dormir, con no querer dormir, con destrozar tortillas
y desvirgar panderetas, con darle plantón a todo el mundo menos a
ti, con no saber si hago bien pidiéndote que te quedes, con esperar
que sí, con desear que sí, con regalarte un príncipe pequeño y un
libro de magia y una chapa, con afeitarme y quedarme igual, con
entrar en tu cabeza y arrancar malas ideas, con saber que contigo me
importa un carajo mañana, con importarme mañana sólo por ti, con
verte amanecer, con decirte que si quieres despertar conmigo, con
invitarte a vermú, con razonar a medias con los
camareros, con perder un tren y encontrar un camión, con recordar lo
que me dijiste una noche de verano, con verte sonreír. Con verte
sonreírme. Soñé y sueño. Estoy bien. Quiero que tú también. Te
quiero.
miércoles, 17 de octubre de 2012
Un hombre sin pasado
Creo que no se deben ver
películas de Aki Kaurismäki cuando uno tiene, de antemano, un nudo
en el estómago. Da igual que sean comedias, o que quieran ser
comedias, o que terminen bien, o mal. A mí me pasa que me quedo un
poco jodido para el resto del día. Ya he hablado de mi gusto por Aki
en otro momento y no quiero repetirme; tampoco quiero contar la
película porque luego me siento como que he subrayado un libro y
puede que si alguien la ve se sienta influenciado por mis
impresiones. Simplemente la he vuelto a ver y me ha gustado más que
la anterior vez, y creo que no es sólo por la película, sino por
mí. Creo fundamentalmente que es porque la he visto con una grata
compañía, aunque ella no lo sepa y estemos a 264 kilómetros de
distancia, (o 2 horas 43 minutos, o a 28,20 euros en el Alvia). La
hemos visto juntos, en mi opinión. Ni estoy loco ni borracho, y como
a alguien se le ocurra censurarme por fantasear sobre cosas bonitas
en estos tiempos de mierda pues se le sueltan dos buenas hostias y
arreglao. Si ya no puedo ni imaginarme las cosas como a mí me
apetece, pues para qué carajo escribo en este blog que ya hace mucho
que perdió el hilo de los interinos para meterse en otros
berenjenales.
Que en las películas de
Aki se fuma mucho ya es conocido. Igual que se bebe mucho. Igual que
prácticamente no se sonríe. Que las escenas en ocasiones toman algo
de los cuadros de Hopper me lo invento yo porque me lo parece, que el
acordeón puede ser el instrumento más melancólico y que las
miradas de Kati Outinen lo dicen todo me parecen hoy verdades
universales. Con eso basta. Como decía, no voy a contar la película,
ni voy a preguntar a nadie si la ha visto, pero hay varias líneas de
diálogo que hoy me han hecho pensar, que me han hecho reír y que me
han hecho llorar. Podrían ser otras pero son éstas. Son mis 8
escenas para Aki. A él se las dedico: guionista, productor y
director. Bueno, qué coño, y no sólo para Aki.
ESCENA 1
-Gracias
-Así que puede hablar
-Efectivamente. No he
tenido nada que decir hasta ahora.
ESCENA 2
-¿Qué te debo?
-Si me ves boca abajo en
el canal, dame la vuelta.
ESCENA 3
-¡Cuidado!
-¿Qué?
-Tienes algo en el ojo.
-Yo no siento nada.
-Está ahí. Permíteme
echarle un vistazo. (La besa)
-Me robaste un beso.
-Perdóname. No soy un
caballero.
ESCENA 4
-Los guisantes estaban
bien.
-Ayer fui a la luna.
-Ya veo, ¿y cómo es?
-Tranquilo.
-¿Conociste a alguien?
-La verdad es que no, era
domingo.
-¿Es por eso por lo que
volviste?
-Sí, y por otras
razones, también
ESCENA 5
-Renovarse un poco
estaría bien, hemos oído hablar del rock...
ESCENA 6
-Las entradas.
-¿Qué quieres decir?
-No has pagado.
-Pero yo organicé esto.
-Eso es lo que tú dices.
-¿Ah sí?
-Sí
-Que te follen
-¡Esto es ultrajante!
-¿A que sí?
ESCENA 7
Yo quisiera una cuenta
numerada, como las que hay en Suiza
-Ésta también tendrá
un número, pero de todas formas necesitas un nombre. Suiza es más
liberal, pero esto es Finlandia.
ESCENA 8
-Yo soy Ovaskainen.
(Se dan la mano)
-Lujanen
(Ovaskainen ladea la
cabeza indicando la puerta. Salen. Fuman)
Ovaskainen: ¿Nos
peleamos entonces?
Lujanen: ¿Por qué?
O: Amo a esa mujer.
L: Eso es bueno.
(…)
O: Supongo que eres un
buen hombre. Mejor de lo que tenía entendido.
L: Dejaré pasar eso.
Nota: Pueden ser otras
escenas o pueden ser otras películas. Me da igual. Hoy son éstas.
Hasta muy pronto.
domingo, 7 de octubre de 2012
Está claro que los títulos no son lo mío
Me dice google que hoy
hace 127 años que nació Niels Bohr. Pero resulta que soy de letras.
Estar cansado como para
escribir no quiere decir lo mismo que no querer escribir. Con esto lo
que quiero decir es que espero que me disculpéis por no haber puesto
cosas en una temporadita, más allá de una canción que me encanta y
que, pidiendo un final feliz, ella misma se negaba a sí misma
cortándose repentinamente antes de llegar al clímax. Cosas del
youtube y de los vídeos caseros movilianos, que muchas veces
no sabes si el que los pone estaba en sus cabales cuando decidió
colgar algo interruptus y dejarnos a los fans a medias. Cantus
interruptus debería ser una nueva categoría músico-sexual
Tengo que reconocer que no me di cuenta de que el vídeo estaba
incompleto hasta que ya estaba colgado, pero me hizo tanta gracia
pensar que una canción con ese título no estaba completa que decidí
dejarlo como está. Me descojono con este tipo de cosas, qué le voy
a hacer. Supongo que si lleváis leídas algunas entradas más de
este blog lo comprenderéis. Si no, no pasa nada, ya os lo digo yo:
esti chaval a veces parez que ta mal.
Lo cierto es que sí hay
temas de sobra para contar por esta vía, directa o indirectamente,
pero tengo algo menos de tiempo que en anteriores ediciones y noto el
cansancio que me impide escribir con tanta frecuencia como antes del
verano. La razón que da sentido a este blog sigue siendo la misma y
yo sigo comprometido con ella, pero se han dado una serie de cambios
objetivos que dificultan la escritura: el primero que el pincho a
través del que me conecto a internet es una putísima mierda y hace
que me cueste horrores ver con tranquilidad mis correos electrónicos,
así que no digamos ya otras cosas tipo vídeos de youtube o fotos
del putifesibuk o entrar en blogger. Por otra parte, he vuelto al
trabajo docente (no decente, que conste) y resulta que esta vez tengo
que compartir piso, lo cual hace que mis ratos de tranquilidad sean
cuantitativamente menores. Sí, necesito algo de tranquilidad para
poder escribir, y tener a gente con la que no tienes mucha confianza
pululando por casa es algo que a mí, particularmente, me dificulta.
Ahora escribo esto porque estoy solo, pero en un rato llegará alguno
de mis compas de piso y empezará una conversación seguramente
intranscendente que me retrasará en el muy noble propósito de poner
alguna cosa por aquí.
Que conste que me sigo
encontrando papelitos debajo de la puerta (sí, también en esta casa
de una calle con nombre de santo que no había oído en la vida.
También digo que ahora me gustaría estar en una calle que se llama
como mi cuarto apellido) y me siguen dejando servilletas con palabras
de amor para que las publique, pero por ahora no las compartiré
porque tal vez sea pasarse y no toque. Al fin y al cabo esto nació
como un blog de un interino errante y seguro que si alguien se
encuentra lo que pongo, como resultado de buscar información sobre
vacantes o sustituciones, flipa un poco. Oye, que flipen, que al fin
y al cabo también los interinos errantes podemos hablar de lo que
nos pete, carajo.
Venga anda, reconozco que
me hubiera gustado ser yo mismo quien hubiera escrito esas notas de
amor o esos cuentos que colgué en ocasiones anteriores. Reconozco
que los he copiado de Nigel Rickembacker. Sí, incluso todo el asunto
del amo del tiempo. Pero me consta que Nigel, como yo, tenía una
chica con moño a quien escribirle, y con eso basta. La suya se
llamaba Mary Blackstone-Helix; la mía no, pero casi mejor, no sea
que Nigel venga de ultratumba y me haga una corbata colombiana por
copiota.
También le he copiado
cosas a Luis Coto, pero esas se quedan entre él y yo, que sé que me
lee y me aprecia. A través de estas líneas quiero mandarle un
fuerte abrazo. Luis, iremos pronto a San Telmo, si nos dejan, y
buscaremos juntos los restos, si los hubiera, del señor Arnolfini,
que sé que dejó una nota para nosotros en alguna esquina de bar
roñoso. De Luis hablaré otro día, aunque tal vez os dé una pista
saber que era, y es, el hombre de las enfermedades raras, cuyo gusto
por repetir escenas de cine es casi equivalente a su desánimo y
tristeza por la falta de buenos musicales en el cine español. Qué
digo buenos, digo musicales en general, salvo mierdas tipo “El rey
león”, que son casi un atentado al buen gusto. Luis, perdóname la
indiscreción, ya saben quién eres. Tío, no es culpa mía, es que
soy un bocas.
Me gustaría poner muchas
cosas que no voy a poner. Habrá ocasiones, puesto que vuestro
humilde interino errante seguirá por aquí, observando, criticando y
queriendo. Seguro que veré canciones, oleré libros, oiré películas y soñaré
con desvirgar panderetas. Echaré de menos algún cuello y temblaré
al oír ciertas cosas. Buscaré bigotes en caras de imberbes y beberé
agua en copas de whisky. Visitaré museos desconocidos y tendré
siempre conmigo un llavero y un planeta. Contaré qué tal me va y
seguiré pidiendo sonrisas a quien las hace como nadie en el mundo.
Con Luis y con Nigel, con mis dos hermanos gemelos, con el interino y
con el errante. Faltaría más.
sábado, 29 de septiembre de 2012
Suscribirse a:
Entradas (Atom)