-Estoy un poco apático.
-No me diga.
-Sí, me noto con pocas
ganas de hacer cosas.
-¿Y hasta qué punto eso
es un problema en su vida normal?
-Pues la verdad es que no
sé, me dedico a mirar cosas por internet, pero luego no me apetece
hacer mucho más. La gente empieza a decirme que casi no me ve, que
no salgo casi de casa.
-Madre, madre, y no será
que tiene usted la famosa abulia veraniega?
-Puede ser...
-No puede, es.
-¿Y qué carajo es eso
de la abulia veraniega? No lo había oído en la vida...
-Pues, básicamente, una
mezcla de desgana, aburrimiento y pereza.
-Pues ahora que lo dice,
cuadra perfectamente, lo que pasa que usted lo explica muy bien.
-Hombre, tenga cuidado
porque puede ser el inicio de una depresión.
-¿Postparto?
-¿Acaba usted de ser
madre?
-Claro que no, ¿no ve
que soy hombre, carajo?
-Usted perdone, pero no
me había fijado bien, digamos que le veo a usted andrógino.
-Quizás, pero mis
espaldas son muy masculinas
-Tal vez sea porque no le
he visto las espaldas, ¿acaso le gustaría que lo hiciera?
-Déjelo, déjelo...
aunque, ahora que lo pienso, realmente yo tampoco sé de qué género
es usted...
-¿Género? Dirá sexo...
-Bueno, eso mejor lo
dejamos para otro momento, no nos conocemos tanto aún
-Desde luego...
-Pero no se me queje, es
que ya le he dicho que ando un poco taciturno
-Pues oiga, intente no
pensar
-Ya lo sé, pero es que
sin pensar sería un vegetal, ya sólo me faltaría la maceta...
-Una maceta se la puedo
conseguir yo rápidamente.
-¿Cómo?
-En un tris.
-¿Es una nueva tienda
nórdica de muebles?
-No, qué va, creo que
producen en Marruecos, les sale más barato.
-Bueno, entonces al menos
el adobe de la maceta será bueno...
-Se lo garantizo, pero
usted hablaba de géneros, si no recuerdo mal
-Efectivamente, pero
usted pensaba en otras cosas... y por cierto no me ha contestado.
-Ni lo voy a hacer,
dejemos ese asunto para la imaginación.
-¡Pero si me acaba de
decir que no piense!
-A ver.. pensar no lo
mismo que imaginar.
-Eso puede ser cierto,
pero ¿qué sería del pensamiento sin imaginación?
-Desde luego es usted
todo un poeta...
-No, no, más bien me
gusta verme como un profeta.
-¿Y tiene usted
acólitos?
-Tuve una vez un cólico,
y casi un acólito alcohólico, pero no funcionó en ningún caso.
Actualmente busco mayormente acólitos alcohólicos con cólicos, me
valen también con pólipos, afónicos o, incluso, sádicos, pero no
sé qué pasa que no los encuentro. No sé cómo David Koresh pudo
tener tanto éxito, era mucho más feo que yo...
-No es cuestión de
belleza, créame. Pienso que tiene más que ver con la labia.
-A esa señora no la
conozco, ¿es de por aquí?
-Usted me toma el pelo...
O mejor, usted está en Babia. ¿No sabe qué es la labia?
-Pues no, yo hablo bien,
pero no tengo vocabulario, y además a veces me trabo...
-¡Acabáramos! Eso sí
que es un problema si se quiere ser profeta...
-¿En serio me lo dice?
-Of course, pero
¿cómo es posible que se compare usted con el amo de Waco?
-Nada, una relación de
ideas un poco tonta, es que era un sello musical de mi juventud...
-Ah, sí, creo recordar,
yo también era joven por entonces.
-¿Y le gustaban los
grupos de ese sello?
-Más bien poco, le
echaban muchas ganas pero lo suyo era llevar melena y poco más.
-Óigame usted, no todos
llevaban melena... y como si llevar melena fuera un problema para un
músico.
-No, más que nada lo
digo porque ahora se llevan los flequillos, y claro, como que lo otro
queda un poco raro... las melenas son como de jevis, ¿no?
-Desde luego, lo que hay
que oír...
-Pero bueno, ¿es que he
dicho alguna tontería?
-Pues sí, no sólo los
jevis llevan melena, también los viejos rockeros y algún que otro
individuo. No le parecerá a usted mal, ¿no?
-De ninguna manera, yo
soy muy respetuos@
-¿Y esa arroba?
-No quiero desvelar mi
género.
-Dirá su sexo...
-¿Qué dirá mi sexo?
-No me entiende, digo que
no me quiere desvelar su sexo...
-¡Qué va! Yo por mí se
lo desvelo ya mismo, pero dicen que puede ser una exhibición
impúdica
-¿Por?
-Porque temo que detrás
de usted haya una señora del Opus Dei.
-¿Y considera usted que
esa señora se escandalizaría si usted me desvelara su sexo?
-Desde luego, ella seguro
que prefiere otra clase de revelaciones, pero no eso que usted me
plantea.
-¿Revelaciones? ¿Pero
usted de qué me está hablando?
-Se lo recomiendo
fervientemente, es un libro muy interesante, ¿no quería usted ser
profeta? Pues revele, revele...
-Ay señor, yo creo que
no nos entendemos...
-Tal vez sea porque usted
es gordo y yo soy flac@
-No estará hablando en
serio...
-Desde luego que sí,
tengo una larga experiencia en la materia y podría demostrarle que
es imposible la comunicación interpersonal cuando median entre
individuos más de 50 kilos de peso...
-¿Y eso cómo se come?
-¿Ve usted cómo hace
preguntas de gordo?
-Madredelamorhermoso, ¡es
una forma de hablar!
-Ya, como que no quiere
decir algo. Me negará usted que hace rato está pensando en comerse
un Dupis
-¿Dupis? Yo soy más de
donuts, o de palmeras bollo...
-Nuevamente, típica
respuesta de gordo.
-Oiga, ¡usted no tiene
vergüenza!
-Cierto, se me quedó
olvidada en la consigna de una estación de ferrocarril cuyo nombre
no recuerdo...
-No me diga.
-Sí, sólo sé que en
esa estación los novios ya ni se besan, debe ser que mi vergüenza
emite algún tipo de onda.
-¿Corta o larga?
-Ahora es usted impúdico,
además de gordo...
-Y usted, perdone que le
diga, me empieza a caer mal
-Esa era mi intención
desde el principio, ¿no se había dado cuenta?
-Creía que era una
amable conversación entre desconocidos, por aquello de hacer más
amena esta situación de espera
-Y usted, ¿a qué
espera?
-A que me desvele usted
su género...
-Y dale, yo género
traigo poco encima, únicamente unas muestras de tela de sofá
-Ah, ¿pero usted se
dedica a la venta de sofás?
-En contadas ocasiones,
otras veces corto el pelo a los canarios, entre otras tareas...
-¿Pero se les corta el
pelo? No lo sabía...
-Sí, más en Lanzarote
que en Fuerteventura. Tengo un negocio próspero en La Gomera
-Usted se ríe de mí.
-En contadas ocasiones,
otras veces corto el pelo a los canarios
-Eso ya me lo había
dicho
-Se lo repito porque
usted ha entendido mal
-Pues también es
verdad...
-Pero bueno, no le demos
mayor importancia. Y usted, ¿a qué se dedica?
-Limpio por dentro
jarrones chinos. Por fuera lo hace otro.
-¿De porcelana?
-No, le digo que de
China.
-Ya, pero le estoy
preguntando que si los jarrones son de porcelana.
-Y yo le estoy repitiendo
que son de China.
-Déjelo. ¿Considera
usted que limpiar jarrones chinos es una profesión con futuro?
-Desde luego, y muy
gratificante también.
-¿Y eso?
-Gra-ti-fi-can-te, quiere
decir que me causa placer.
-¿Tal vez el mismo
placer que comer palmeras bollo?
-Casi tanto...
-¿Ve usted cómo tiene
pensamientos de gordo?
-¿Y por qué tanto
interés en eso?
-Porque me preocupa su
salud.
-Gracias, pero yo venía
a ver si me daban algo para mejorar mi estado de ánimo...
-Desde luego, tres
comprimidos de Efferalgan, uno cada ocho horas.
-Gracias, pero no hemos
completado los diez minutos...
-No se preocupe, desde
que hay que pagar 30 euros por consulta ya no viene nadie, tengo
tiempo
-¿Me habla usted en
serio?
-Claro, esa gente que ha
visto usted fuera son los del sintrón.
-Perdone, ¿el sin qué?
-Tron... a propósito,
¿recuerda usted la película?
-Sí, sí, me gustaban
las motos con estela...
-Y a mí los cascos de
neón...
-Somos hijos de nuestro
tiempo.
-No le quepa duda.
-¿Tiene usted algo más
para mí?
-Pues ya que estamos,
¿qué le parece un colirio?
-¿Cree que serviría
para resolver mi problema de abulia veraniega?
-Por supuesto que no,
pero sin duda le vendrán bien a esos ojos suyos tan rojos.
-Sí, los domingos me
dicen que tengo ojos bolcheviques...
-Tiene usted pinta de
juerguista, desde luego... no sé cómo su corazón aguanta sus
fiestas y su abundantes kilos de más...
-Me está faltando al
respeto de nuevo...
-No hombre, no. Ése es un
lujo que me permito muy pocas veces.
-¿Y esta vez no es una
de ellas?
-Puede usted pensar lo
que quiera, gordo, yo creo que no.
-Pues me está pareciendo
que sí, y no me gusta nada, aquí el que paga soy yo
-Y yo quien cobra, desde
luego, no se lo voy a discutir.
-¿Usted sabe que le
podría denunciar por esto?
-Sin duda. Atrévase,
pero se irá usted con diez recetas más.
-¿De cosas inútiles?
-No, todas utilísimas
para su estado de ánimo.
-¿Como cuáles?
-Colirios, enemas,
supositorios, vitaminas varias, insulina inyectable, un ventolín,
cremas depilatorias y un devoragrasa, todos ellos testados
clínicamente.
-Está bien, no le
denuncio, pero ¿podría decirme el nombre del devoragrasa?
-¿Ve usted como sabe que
está gordo?
-No es para mí, es para
mi señora. Entre el bigote y sus manos pequeñas parece un león
marino.
-Déjelo estar, seguro
que se llevan muy bien siendo usted una foca en el más amplio
sentido de la palabra...
-¡Por Dios! ¡Lo que hay
que oír!
-A Dios déjelo para la
señora del Opus Dei, usted céntrese en olvidar las palmeras
bollo...
-Oiga, me voy a ir porque
esto ya pasa de castaño oscuro...
-Váyase, váyase, además
ya se le ha pasado la hora.
-Pues oiga, que le den
por el cul de sac.
-No dude que lo intentan
cada día, pero no me dejo.
-Adiós muy buenas, ¡me
voy con viento fresco!
-Adiós, recuerde tomarse
el efferalgan, y cuídese del viento que venden como fresco, que a
veces está en mal estado..
-Sin duda, sin duda
(PORTAZO)
…
-¡El siguiente!
-¿Se puede, doctor?
-Claro, claro, adelante.
Cuénteme señora.
-Estoy un poco apática...