-Perdone, ¿usted es
TranTranPalenque?
-Sí, ¿cómo me ha
reconocido?
-Ese bombín, esas cejas
y ese bigote son muy característicos... no obstante reconozco que he
estado a punto de no dirigirme a usted. Tenía miedo de equivocarme
de persona.
-Pues ya ve usted que no
se ha equivocado. Efectivamente soy TranTranPalenque. El único e
inimitable, para más señas.
-Pues me causa una gran
alegría conocerle, soy seguidor de todo lo que hace.
-¿Y le gusta?
-Todo lo que hace, claro.
-Me refería a si le
gusta ser seguidor mío. A mí me gusta que usted lo sea.
-Sí, eso también, es
una actividad que llena de interés las horas muertas que colecciono
tras mi jubilación.
-Pues no se hable más,
entre usted conmigo en esta tasca y tomémonos un vinate perronero.
-Me encantaría, pero el
médico me ha prohibido el acohol y los estimulantes.
-Pues el vinate perronero
me lo tomo yo, y mientras usted puede pedir un bitter o un mosto o un
biosolán. No me irá usted a decir que el médico también le ha
prohibido entrar en bares...
-No, eso por ahora no,
pero entiéndame, yo es que he sido muy de largo recorrido. Cuando
era más joven me gustaba incluso el olor a la ginebra Kiber. ¿Se
acuerda? Era la ginebra con la que desinfectaban las barras... En
alguna ocasión he llegado a lamer la barra de un bar...
-¡No me diga! Eso es
señal de que estaba usted en manos de Baco... mal asunto.
-Y tanto. Mi amigo
Dionisio, además, me insultaba cuando me veía hacerlo. Me gritaba
en voz baja cosas del estilo “¡Arre, so, baco, esto es un atraco,
que cada perro se lama su pijo y cada palo aguante su vela, sin cera,
sin llama y sin ganas!”
-No entiendo esas
palabras, la verdad. Pero no se me haga el remolón y entre, hombre,
que no deja pasar a los clientes.
-¡Perdón, perdón! Es
que me pongo en un umbral y me entra complejo de puerta, me quedo
como paralizado.
-A mí me pasa algo
similar, pero lo mío es complejo de pasillo.
-Pues imagínese, si
encontramos a alguien con complejo de paragüero ya tenemos para la
entrada de un piso...
-Me cae usted bien, pero
no se pase...
-Pues me quedo aquí,
pero hacer de puerta es a veces cansado, ya se lo advierto.
-Ande, pase. Dígame qué
le pido.
-Un café con leche, si
es tan amable.
-¿Con gotas?
-Prefiero un chorrito, si
no sabe demasiado a café.
-¿De qué habla usted?
-De leche, claro está.
-Yo hablaba de coñac.
-Ah, carajo, pues
entonces pídame tres.
-¿Tres gotas?
-No, tres cafés.
-¿Tres cafés?
-Sí, uno con leche, otro
con gotas y otro sin gotas.
-Pero el sin gotas, ¿con
leche?
-No, sin gotas ni leche,
y con sacarina.
-Vamos, un solo con
sacarina.
-Sí, pero americano,
largo de agua y en vaso de cristal.
-Está resultándome
usted muy exigente, qué quiere que le diga.
-Ya, pero es usted una
patata con bigote y bombín, creo que me puedo permitir el lujo de
ser exigente.
-En eso tiene razón.
Además me sobra el dinero y, por otra parte, el problema con los
estimulantes lo tiene usted, no yo.
-Pues dele duro,
TranTranPalenque, y pídame los tres cafés. Mientras tanto yo pondré
un disco en la gramola.
-De acuerdo, y si me
permite una sugerencia, que suene “Maki, maki”.
-Le veo a usted con
filias balcánicas, ¿eh?
-Claro, es el único
lugar del mundo donde todavía se puede disparar al cielo tras un
trago y llevar bigote con garantías.
-Pues que sepa usted que
en mi barrio también se puede disparar al cielo tras un trago y
llevar bigote con garantías.
-¿Y qué barrio es ese?
-El barrio de San Telmo.
-¿En Buenos Aires?
-No.
-Desde luego, no tiene
usted acento.
-No.
-Desde luego, no tiene
usted acento.
-No.
-Desde luego, no tiene
usted acento.
-No.
-Desde luego, no tiene
usted acento.
-No.
-Desde luego, no tiene
usted acento.
-No.
-Desde luego, no tiene
usted acento.
-Creo que se ha rayado el
disco. Lo cambiaré, ¿le parece?
-Por mí bien, pero esta
vez ponga lo que usted quiera.
-Voy a ver si tienen
“Tabernero” para dedicársela al amigo de detrás de la barra,
siempre conviene llevarse bien con los hosteleros, si me permite
decirlo.
-Es un hombre muy formal
este Cristóbal, no creo que tenga problemas con él.
-¡Vaya! Sólo tienen
“Nuestra cita” o “La que murió en París”, y no puedo
decidirme.
-Mejor no ponga ninguna,
son muy tristes. Quizás algo francés.
-Es verdad, tengo la
sensación de que lo francés es más alegre.
-No siempre, pero hay
cosas interesantes en la discografía de Serge Gainsbourg.
-Y en Benjamin Biolay y
en Dominique A y en Françoise Breut.
-Es mejor que decida
usted, yo no quiero influirle, porque tengo ciertas cuitas pendientes
con todos ellos y sus canciones.
-¿Cuitas?
-Sí, cuitas.
-Hacía tiempo que no oía
esa palabra.
-Pues aquí la tiene de
nuevo “cuitas”.
-Tiene una sonoridad que
me gusta.
-Y a mí.
-Tiene una sonoridad que
me gusta.
-Y a mí.
-Tiene una sonoridad que
me gusta.
-Y a mí.
-Tiene una sonoridad que
me gusta.
-Y a mí.
-Tiene una sonoridad que
me gusta.
-Y a mí.
-Otra vez el disco
rayado.
-Pero, ¡hombre de dios!,
¡qué capacidad tiene usted para escoger discos rayados!
-Lo lamento
profundamente. Seguramente se deba a mis nervios.
-No conocía la canción
que sonaba.
-No me extraña, es una
cara B de Cojonin Cluso. Para más señas, de su segundo EP,
“Charanga subliminal”
-¿Cojonin Cluso? Vaya
nombres...
-Ya te digo... Uy perdón,
¿puedo tutearle?
-No tiene sentido que me
lo pregunte si ya lo ha hecho.
-Perdone, se me escapó.
Mi pregunta era por educación.
-Pues tutéame y veamos
qué pasa, no sé si sabré seguir bien la conversación...
-No te preocupes
TranTranPalenque, seguro que te sale bien.
-Esperemos. No lo pensaré
y punto.
-Esto me recuerda a un
relato de Nigel Rickembacker...
-¿Sí? ¿A cuál?
-Tar tar tar,
tartamudear en un bar. ¿Lo has leído?
-Sí, y lo cierto es que
no me gustó nada de nada, es el cuento más pretencioso de
Rickembacker. Yo prefiero Ter ter ter, tercio de cerveza, no
quinto. Ahí no se nota tanto que copia a Boris Vian y a Auster.
-Pero tiene cierto deje
que... no sé, como que no.
-Qué sabrás tú, que
rayas los discos. Anda...
-Puf puf, ya tuvo que
salir la mierda.
-¿Acaso no está bueno
el café?
-¿Cuál de los tres?
-No sé, cualquiera.
-Cualquiera está bien,
pero los tres son malos de cojones.
-¿Por el coñac, por la
leche o por el agua?
-No sé, pero reconozco
que el café es cojonudo. Debe ser arábiga.
-Sólo la base, no te
olvides. El torrefacto es lo que tiene.
-Ya, lo cierto es que no
sé por qué he pedido café.
-Ni yo, y además este
vinate perronero está bastante bueno.
-Me figuro...
-¿Quieres algo de picar?
Me acaba de entrar hambre...
-Casi que no, prefiero el
ayuno.
-¿Y eso?
-El otro día me llamaron
gordo.
-Ah, ¿eras tú el de las
palmeras bollo?
-Ehhh, ¿sí?
-¡Ajajá!
-Ajajá, ¿qué?
-Nada.
-¿Cómo que nada? No
puedes soltar una exclamación así, como si tal cosa, puede dar
lugar a muchas interpretaciones.
-Claro, pero no soy yo el
que tiene que interpretar. Yo lo digo y queda ahí, ahora os toca
interpretar a ti y al resto de amigos que nos miran.
-¿Quién nos mira?
-Gente.
-No me digas eso que me
pongo nervioso. A veces me siento como letras sobre un papel blanco y
eso no ayuda nada a mi ansiedad.
-Pues te jodes. Que sepas
que hay gente que te come con la mirada. Ya ves, es como magia, pasas
de estar en esta tasca a estar en su cerebro. Algunos te vomitarán
después, o te soltarán como improperio o para quedar bien, pero tú
aguanta, siempre volverás al papel.
-Pero no quiero volver al
papel, quiero quedarme en sus cerebros. Ya puestos...
-Te entiendo pero no es
posible. Aquí el único que no vuelve al papel soy yo, que decido lo
que dices.
-Homenomejodas. ¿Tanto
rollo pa esto? ¿Para eso me has traído a la tasca? Haberme pedido
un marianito, coño, así lo llevaría mejor.
-Pensé en camuflarte un
marianito rojo en un mosto, pero hubiera sido traicionero. Además la
guinda me delataría.
-Pues haber cambiado la
guinda por una aceituna, hombrededios. Me lo hubiera bebido con
gusto. Para ser una patata con bigote y bombín tienes a veces pocas
luces...
-Y tú para ser un
personaje inventado me parece que te pasas un poco.
-Ya, ya. Ahora me has
puesto nervioso, so cabrón. A ver, ¿dónde están los otros cuatro?
-Buscándome.
-Sí, ¿pero por dónde?
-Varias líneas más
abajo, o varias fechas más atrás, como prefieras.
-Yo te he encontrado, no
me ha resultado difícil.
-Porque yo me he dejado,
que conste.
-Mira TranTranPalenque,
tengo que agradecerte muchas cosas, pero a veces me resultas muy
confuso. No sé qué pensar de ti, me pones nervioso.
-Pues vuélvete al
barrio, te están buscando.
-¿Y qué le digo a mi
señora?
-Nada, sigue en el
cuadro. Eso sí, no le digas nada de la caja.
-No lo haré. Por cierto,
no sé volver al barrio...
-Tranquilo, cuando yo
ponga “FIN” estarás allí.
-Ah, bueno. Tú sí que
sabes.
-FIN
------
-TrantranPalenque, sigo
aquí.
-Sí, pero ahora le das
la mano a una embarazada.
-¡Hostias, es verdad!
Oye, que además no me veo tan gordo, qué quieres que te diga.
-Te habrán pintado con
buenos ojos. Eso ya no me incumbe a mí. Habla con el del espejo a
ver, que yo me tengo que ir.
-Vale anda.
-Hasta pronto.
-Hasta pronto.
-FIN(dus).
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