Si alguien más que yo se
dedica a echarle un vistazo al contador de visitas del blog habrá
podido comprobar que está llegando al número mil, cifra simbólica
y de gran importancia porque dicen que es a partir de esta visita
cuando se empieza a ganar dinero. Seguro que es un bulo de Internet
porque a mí todavía no me ha ofrecido nadie pasta ni creo que lo
hagan. En todo caso sé que esta página no es del todo un soliloquio
y estoy en disposición de jurar ante la tumba de Elvis que no he
sido yo el que ha elevado el contador cliqueando como un loco, que
también podía haberlo hecho.
Confieso que cuando empecé esto no
sabía cuánto iba a durar o si iba a superar el final del curso en
Ávila o si tendría ideas (o ganas) para seguir durante el verano,
pero aquí estamos y cada vez me cuesta menos ponerme a dar la chapa
a quienes tengan la paciencia de entrar a ver cuál es la última
ocurrencia de este interino errante. Estoy seguro de que hay quien se
habrá dado cuenta de que últimamente hablo menos de cosas de la
profesión y que el tono ha cambiado en algunos momentos,
inclinándose más hacia lo personal-personal y menos hacia lo
personal-laboral. También es verdad que, como me ha dado por
publicitar a anónimos escritores de notas, notitas y servilletas,
pues el título del blog puede ser un poco confuso. Pero como no
pienso cambiarlo ni dejar de poner lo que mejor me parezca cada día,
pido comprensión y ayuda mutua para alcanzar las 2000 visitas en un
plazo razonable y así seguir albergando la esperanza de que Bill
Gates me regale una muñeca chochona o un perrito piloto.
Seguiré por ahora
inventándome diálogos o desarrollando conversaciones entretenidas
que oigo por ahí, colgando las notas anónimas que siempre tienen la
misma destinataria o señalando lo bueno y lo malo que, según mi
entender y parecer, tiene esta profesión de mielda que adoro. Si
durante unos días no actualizara esto no sería por no querer, sino
por falta de tiempo (tendría que echar mano de mi tovarich el Amo
del Tiempo, siempre y cuando él esté en condiciones), aunque
también aviso de que ciertas entradas que he metido tienen vocación
suicida. ¡Que no salten las alarmas! Lo que quiero decir es que
espero que más pronto que tarde llegue el día en que no tenga que
escribirlas y pueda susurrarlas a cierto oído. Entonces, si es
menester, volveré a dedicarme exclusivamente a mencionar las
bondades de las diferentes instituciones educativas públicas
castellanoleonesas que me toque visitar o, como mucho, a inventarme
arnolfinis o sigfridas o cortadores de pelo de canario que ya me caen
simpáticos porque me han hecho disfrutar mientras los encontraba
debajo de este teclado lleno de restos de ceniza de tabaco que, a
pesar de todos mis esfuerzos, no es todavía enteramente de liar.
¿Y las canciones? Las
que ya están son el disco más importante que le he grabado a nadie
jamás. Confieso que en alguna ocasión he lamentado no poder
componer canciones para abrirme una cuenta de myspace y dar el coñazo
por otros medios, pero generalmente soy de la opinión de que hay
otros que ya han dicho más o menos lo que yo quiero decir y que, por
tanto, siguen valiendo para decir lo que yo quiero decir, y que se me
entienda. Es verdad que si no encuentro la canción perfecta
posiblemente tenga que inventármela yo, o contarla, o cantarla, pero
no me preocupo excesivamente por ello porque sé que un día
aparecerá y no necesitaré más canciones, igual que aparecerá el
cuento más bonito del mundo y entonces no haré otra cosa más que
centrarme en mi verbena particular y en mi propia chica con moño,
igual que Abderramán III hará con su reina mora.
¿Y las películas y los
libros? Ahí estarán para quien quiera atender a las opiniones de
este espectador y lector errante que sólo sabe que hay montones de
cosas divertidas que descubrir, algunas casi escondidas pero siempre
enseñando la patita para que las encuentres, dándote pistas para
llegar a sofás incómodos que se vuelven los más cómodos del mundo
si te acompaña quien te tiene que acompañar.
En fin, que voy a seguir
pensando en ti, lector/a, y puedo prometerte que seguiré escribiendo
cosas para que te rías o me llames loco, indistintamente. Si sonríes
será el mejor premio, y si te pongo triste alguna vez será
momentáneo, pues lo que me encanta es imaginarte sonriendo. Gracias
por todo.
Mil besos mil (un
millón).
No hay comentarios:
Publicar un comentario