Prácticamente acabo de
comer a las 17 horas. Nada raro teniendo en cuenta que me acosté
bastante tarde y que, como suelo hacer los fines de semana, bajé
bien la persiana. No es que haya dormido mogollón, pero sí lo
suficiente para enfocar la semana con la cabeza algo despejada, que
siempre es importante.
Lo cierto es que ha sido
un fin de semana de ésos para recordar durante muchos años, pero
como me he visto envuelto en actividades ilegales, pues no las voy a
contar con detalle, que nunca se sabe quién acaba leyendo las
historietas que uno pone por aquí. Nada muy grave, debo decir, pero
sí tipificado, así que ruego que nadie pregunte porque no daré más
datos por esta vía. En todo caso, un viernes salvaje y un sábado
genial, brutal y redondo.
De lo que hoy quiero
hablar un poco es de los cambios de perspectiva. Me explico: hay
multitud de cuentos e historias que todos y todas conocemos, que
forman parte de la cultura popular, que nos han contado miles de
veces y que nosotros mismos hemos contado (si no somos hijos de la
logse y por tanto sabemos que memorizar tiene utilidad en el estudio,
claro), y que pueden dar mucho juego simplemente si nos ponemos a
pensar en ciertos detalles de los mismos y les damos un poco la
vuelta.
De esas conversaciones
guays que uno tiene en la vida, anoche salió el asunto de cuál pudo
ser el criterio por el cual los tres cerditos se repartieron los
diversos materiales de construcción (paja, madera y ladrillo) para
sus casas respectivas. De eso el cuento no dice nada y queda abierto
a la imaginación, pero estoy por apostarme algo a que no fue una
cuestión pacífica, porque en la vida siempre hay conflicto y, por
mucho que los cuentos lo quieran ocultar y/o dulcificar, las
relaciones fraternales no siempre son fáciles, y menos cuando lo que
está en juego es librarse de un lobo cabroncete que tiene bastantes
recursos.
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Vaya tres patas pa un banco |
Estoy seguro que el primer cerdito, el de la casa de paja,
no era tan vago como lo pinta el cuento, sino que en el fondo era el
hermano con más complejo de inferioridad, que tiene como asumido su
papel de apaleao y directamente pasa de la defensa de sus intereses:
sería algo así como la negación de la asertividad y, sí, luego
sublima sus problemas mediante el juego individual, donde manda él y
sólo él. También creo que el segundo y el tercer cerdito se lo
jugaron al azar. Está claro que la madera es mejor material de
construcción que la paja, pero el ladrillo acaba siendo insuperable
si lo que quieres es que el lobo no te toque mucho los cojones. Fijo
que un cerdito quiso engañar al otro, no me cabe duda. No sé
exactamente si el método fue el póker o los dados o los chinos, o
simplemente el recurso al acertijo como en La princesa prometida,
otra peli que es un cuento y que también me encanta. En todo caso,
está claro que uno ganó y otro perdió, como suele suceder cuando
se tienta la suerte de cierta manera.
Esto puede dar para
mucho, pero sólo voy a incluir otra referencia para dejar el tema
abierto a posibles nuevas ediciones del debate. ¿Alguien sabe
exactamente qué estructura grupal-familiar mantenían los 7 enanitos
antes de que apareciera Blancanieves en sus vidas? Creo que
prácticamente todo el mundo presupone que son hermanos, más que
nada porque la acondroplasia es una enfermedad genética, según
dicen los expertos. No obstante yo considero más razonable pensar
que se trata de una cuadrilla de leñadores contratados
específicamente por la malvada reina para talar árboles de pequeño
tamaño en los bosques reales; si nos ponemos a pensarlo un poco,
prácticamente saliendo ya del feudalismo es casi seguro que no fuera
del todo fácil encontrar mano de obra en el campo que quisiera
deslomarse aún más para cortar helechos, arbustos y matorrales, o
para tratar los bonsáis que seguramente ya estarían poniéndose de
moda aunque el cuento no haga referencia ninguna a los viajes al
lejano oriente. En contra de esta teoría se me podrá argumentar que
no llevan camisas de cuadros de franela, pero casi como que no me
convence. Y la cuestión es ¿quién era el jefe de la cuadrilla,
pues? Por sus nombres resulta fácil aventurar una respuesta:
Dormilón, Feliz, Mudito, Tímido, Gruñón, Mocoso y Sabio. Una
persona normal entendería que Sabio es el jefe natural de la
cuadrilla, porque él es el primero en levantarse, realista, habla y
no tiene temor a dar órdenes, es respetuoso con sus subordinados y
no anda sonándose la nariz constantemente, pero ¿y si no fuera así?
¿Y si nos encontrásemos con la pura y dura realidad que nos dice
que es más probable toparse con un jefe gruñón o mocoso que con
uno sabio? Nunca lo sabremos porque no hay fuentes fiables para
afirmar o negar ninguna cosa de las que digo, pero siempre es buen
ejercicio cambiar de perspectiva sobre las cosas, también sobre las
serias.
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Llevan picos pero realmente son leñadores |
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