¿Te ha tocado dar vueltas por ahí como una peonza? ¿Tienes más especialidades acreditadas de las que puedes recordar? ¿Conoces pueblos y ciudades de CyL? ¿Tu coche tiene más de 150.000 kilómetros? ¿Te jode que echen sal en las carreteras cuando no nieva ni va a nevar? ¿Tiras con media jornada y te han puesto un horario de mierda? Pues a lo mejor te interesa leer esto. Bueno, o no, pero da igual, yo lo pongo de todas formas.

miércoles, 2 de mayo de 2012

Dormir en la oficina

Dios qué raro me siento hoy. Por primera vez en mucho tiempo he dormido una pila de horas y me ha venido muy bien. La verbena del otro día empezó raro, tuvo sus momentos chungos en el medio pero acabó terminando muy bien. Por supuesto no pusieron ninguna de las canciones que yo había propuesto...

Al final me he dado cuenta de que en esta ciudad, por ahora, uno puede pasárselo genial incluso sin salir de casa o incluso quedándose en un sofá muchas horas. Está claro que lo importante es estar bien acompañado. Esto es una verdad universal que va más allá de cuestiones geográficas, me parece.

Iba a escribir una entrada sobre dos asuntos que me traen de cabeza últimamente, que no son otros que la (des)confianza y la cobardía, dos actitudes que, aun empezando por CO, sólo se mezclan en determinados momentos, pero con los que me toca lidiar últimamente y ante los que no sé muy bien qué actitud adoptar. Luchar contra dos enemigos de tal envergadura no es nada fácil, pero yo estoy intentándolo. Ya veremos en qué acaba, no soy tan exhibicionista como para hablar de ello ahora mismo y por esta vía.

Decía antes que había dormido una buena pila de horas. La verdad es que estaba perdiendo la costumbre, pero creo que debe haber ayudado que por primera vez en bastante tiempo haya bajado la persiana de la habitación. No es tontería, soy bastante sensible a la luz diurna, así que habitualmente no la bajo para evitar dormirme y llegar tarde a clase, que es siempre uno de los temores que más me acechan. Siempre que he empezado en un trabajo he pasado la noche previa fatal, fundamentalmente por el miedo a sobarme y llegar tarde, y así cagarla ya nada más llegar, lo cual dicen todos los manuales sobre recursos humanos que es “poco aconsejable”. Creo que también es poco aconsejable ir el primer día de curro sin sobar, pero por lo menos vas con cierta tranquilidad de espíritu, y por otra parte demuestra interés en cumplir con tus obligaciones. Mi particular relación con el sueño posiblemente merezca un comentario específico, pero lo dejaré para otra ocasión.

Noto que me estoy comprometiendo a hablar sobre muchas cosas y espero tener el tiempo y la posibilidad de hacerlo, de una forma u otra.

En todo caso, esta reflexión sobre el curro me viene a raíz de que últimamente estoy volviendo a ver una serie genial que, inicialmente británica, ha tenido gran éxito en su versión yanki. Se trata de “The Office”, la cual recomiendo muy encarecidamente.

Ya casi son como de la familia


Son varias las razones por las que es interesante para mí. Por una parte, desmonta el mito de la productividad del trabajo yanki. Esto es algo que me habían comentado diversas personas que han tenido oportunidad de estar en ese país y ver el funcionamiento de los centros de trabajo “normales”, los sitios que no salen habitualmente en las películas o series en las que se trabajan infinidad de horas y la presión sobre los trabajadores es constante. Es gratificante pensar que en el corazón del capitalismo también hay vagos, gente que se escaquea y jefes que están más preocupados por quedar bien con sus subordinados que por cumplir con las listas de objetivos que le fija la empresa.

Michael Scott es posiblemente el mejor y el peor jefe del mundo resumido en una sola persona, en un solo personaje. Alguien que no es capaz de tomar una decisión dura no sirve para dirigir personas, dicen también los manuales de RRHH, pero es que lo de este hombre es casi patológico, generando en los demás tal sensación de incapacidad que realmente resulta extraño que siga siendo el jefe de la delegación de Scranton de Dunder-Mifflin, “una empresa papelera de tamaño medio del norte de Pennsylvania”. Todo el caos que genera con su incapacidad, lo suple con una dedicación total a su trabajo, con sus detalles en determinados momentos que acaban haciendo de él un tipo entrañable, aunque haya veces que apetezca tirarlo por la ventana.

¿El mejor jefe del mundo?


Por otra parte, la serie caracteriza bastante bien, con humor, los tipos de personas y actitudes que te puedes encontrar en el trabajo. Hay personajes que son realmente antológicos, y que todos los que hemos tenido que currar en una oficina hemos podido detectar. Estoy seguro de que casi todos nos sentiríamos reflejados en alguno de ellos, y seguro que nos veríamos reflejados en muchísimas de las situaciones que se van planteando en los capítulos de la serie, que al durar menos de media hora se ven muy fácilmente. Vedla, no voy a desvelar mucho más porque es algo que tiene que ir descubriendo cada uno.

Yo presto mucha atención, en esta nueva visita a la serie, a la relación entre Jim y Pam. Él vendedor, ella recepcionista, según los guionistas los personajes más guapos de la serie. Son el principal de los casos de tensión sexual no resuelta (TSNR) de “The Office”, aunque hay algunos casos más, todos ellos bien planteados para una comedia. Jim y Pam, condenados a estar juntos, pierden un montón de tiempo por no decirse las cosas claras y por estar inmersos en una situación de cierta complejidad que no se atreven a resolver por el qué dirán. Hay momentos en que te apetece coger a Pam por banda y zarandearla para que reaccione, y otras en las que le dirías a Jim que deje de ser menos paciente y se deje de hacer el gilipollas. Pierden el tiempo y luego lo lamentan, pero esto es lo que suele pasar en estos casos, aunque finalmente lo resuelvan de manera harto satisfactoria. ¿O no lo resuelven? Esto no lo digo para no desvelar una de las principales tramas de la serie. Insisto, vedla. A ver si me dais la razón.

Falta la perdiz a la que marearon tanto



De hecho, ahora mismo voy a ver otro capitulillo. Otro día más.

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