Qué poco me gustan las
épocas éstas de evaluaciones y cercanía del final de trimestre.
Tengo la sensación de que voy al instituto pa nada: la gente anda
preocupadísima con meter notas en el IESfácil, los chavales andan
pensando en otras cosas y no atienden ni pa dios, están
insoportables o directamente no van; depende un poco del ciclo
educativo del que estemos hablando. Yo como estoy en los tres pues lo
veo todo, soy el interino panóptico errante.
Llevo ya varios días con
las tardes jodidas y cortadas por culpa de las evaluaciones. No sé
si decir que tengo suerte, porque hay otros que han estado más horas
que unos benditos en estas reuniones demoníacas. Sólo tengo una
experiencia peor, y fueron las reuniones de departamento que me
tocaron un año, sistemáticamente semanales y con exigencia de
firma, para hablar de una cantidad de chorradas que me ponía malo
Éramos 8 y había tensión. Afortunadamente yo tenía siempre que
irme antes de que les diera por despellejarse, pero lo recuerdo como
un auténtico infierno. Además tenía que hacer 50 km en cada
trayecto y la verdad es que me ponían un poco nervioso, cacareando
tonterías. Coñio, qué mal lo pasaba.
Lo mejor es cuando te
toca ir a una CCP siendo interino. No te enteras de nada y además es
posible que te toque redactar el acta. Vislumbras los líos que
siempre hay entre equipos directivos actuales y anteriores, los
piques entre departamentos, pero no te puedes meter porque tú sólo
vas a estar allí una temporada y qué gana tienes de intervenir en
algo sobre lo que no tienes ni idea.
Yo debo tener cara o
aspecto de conspirador, porque al cabo de un par de días algún
compañero/a me acaba introduciendo en el maravilloso inframundo de
las relaciones claustrales: que si éste es un incompetente, que si
la otra tiene una comisión de servicios no sé cómo, que si llegó
a haber insultos en un claustro, que si llevan 8 años poniéndome el
horario mal, que si nunca he salido un viernes antes de las 14 horas,
que si el otro entra tarde los lunes y pronto los viernes, que si los
de FP no hacen guardias en Bachiller y ESO, que si los de Bachiller y
ESO no se enteran de lo que hay en FP, etc. Todo cuestiones que en
general me interesan tanto como el aleteo de la garza macho en el
otoño austral. Una de dos, o tengo cara de conspirador o tengo cara
de interrogador, pero para estas cosas soy como un imán, chico, y
siempre me acaba pasando allí donde estoy más de dos semanas. Y sí,
yo seré imán, pero los demás son reclutadores para un bando u
otro, y algunos se emplean a fondo, que conste. También es verdad
que hay unos cuantos caras por ahí que flipas, pero no voy a
descubrir nada nuevo. En definitiva que, no me suelo meter en esos
fregaos. Ya tendré tiempo de hacerlo cuando pase dos cursos en el
mismo sitio, joder.
Pero la idea central era
hablar sobre las evaluaciones. Los tres, cuatro, cinco, seis o siete
magníficos analizando uno a uno a los chavales, viendo cómo les va
y contando anécdotas. Se me hace eterno. Es cierto que se toman
decisiones importantes y se hacen con seriedad, pero también es
verdad que a la gente le gusta mucho sacar la lengua a pacer y acabas
oyendo cada cosa que es de alucinar. Será el aburrimiento o el
cansancio, pero a mí me acojona un poco pensar qué sería lo que
dirían de nosotros nuestros profesores en su momento. Cuanto más
pequeño el instituto y más pequeña la ciudad, peor. El que no es
vecino es amigo de los padres, el que no se sabe las correrías
nocturnas se sabe las amorosas, y el menda lerenda queriendo que el
tutor diga el siguiente nombre de la lista para ver más cerca la
salida...
Particularmente rechazo
aquellas evaluaciones en las que está presente un orientador/a. Este
gremio merece una entrada propia y específica. Sus opiniones
generalmente vienen determinadas por su absoluto desconocimiento de
lo que es un aula y su absoluto convencimiento de que saben más que
los demás. Generalizo pero es lo que me he encontrado por ahí. Con
la cantidad de alumnos con necesidades especiales que he tenido y
nadie me avisó, les pueden dar un poco por el culo. Recuerdo
particularmente a un tipo que me topé un año y que me dijo, no sin
cierto misterio, “a ver si te fijas en esta chica, que sospechamos
que tiene anorexia”, a lo que yo respondí, no sin cierto misterio
también, “¿qué es la anorexia, que no puede leer o escribir?”.
Con todo mi respeto para las enfermas, claro, pero esta chica no
cumplía ninguno de los requisitos. Menudo fiera el orientator.
Pues así están las
cosas en esas maravillosas horas que nos pasamos fuera del horario
lectivo y que parece ser que nadie reconoce que hacemos. A algún
padre cabrón y a algún político ignorante habría que enseñarle
las horas que echamos y que no se reflejan en ninguna parte, pero
hacen que sus hijos y futuros posibles votantes tengan las notas el
día que toca, y todas puestas con rigor y seriedad, aunque con
infinito aburrimiento por parte de quien esto suscribe.
Aprovecho para recordar
que mañana miércoles vuelvo a errantear porque llegan las
vacaciones, y que esta fuente de improperios e intimidades
permanecerá debidamente clausurada por cierre de negocio unos días,
salvo que me aburra en esos laaaaargooooss y totalmente inmerecidos
días de descanso que seguramente el año que viene ni nos pagarán
por aquello de ahorrar dinero público para seguir pagando colegios
concertados. Me da que me tenía que haber dedicado a la guitarra.
A pasarlo bien.
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