¿Te ha tocado dar vueltas por ahí como una peonza? ¿Tienes más especialidades acreditadas de las que puedes recordar? ¿Conoces pueblos y ciudades de CyL? ¿Tu coche tiene más de 150.000 kilómetros? ¿Te jode que echen sal en las carreteras cuando no nieva ni va a nevar? ¿Tiras con media jornada y te han puesto un horario de mierda? Pues a lo mejor te interesa leer esto. Bueno, o no, pero da igual, yo lo pongo de todas formas.

lunes, 2 de abril de 2012

Tan cerca, tan lejos


Releyendo la entrada de anoche me doy cuenta de que estaba un poco jodido. Las canciones resultaron todas bastante chungas. Hoy estoy con otro ánimo y escuchando a The Jon Spencer Blues Explosion. Me he acordado de hace bastantes años cuando a mí me gustaba una tía que trabajaba de camarera en un bar donde lo ponían bastante. Qué curioso cómo funciona el cerebro y la memoria. Tenía prevista para uno de estos días una entrada sobre las juntas de evaluación, como una forma de reconducir esto hacia la idea original y no estar contando mis intimidades, que seguramente no le interesan a nadie.

Por resumir, ayer acabó mal pero hoy empezó bien, así que me he sentido bastante bien toda la tarde. Incluso he bajado a comprar gominolas a la tienda de abajo, y mira que hacía tiempo que no las compraba; la última vez que comí las moneditas ésas duras me entró un sarpullido del copón, que parecía que me había dado la varicela otra vez. Supongo que sería reacción alérgica a las cáscaras de insecto con que están hechas...

Hoy terminé de ver la tercera temporada de Doctor en Alaska, una de las mejores series emitidas jamás por televisión. Es la nosécuántas vez que la veo, y sigue siendo genial. La tercera temporada termina con un capítulo sobre cómo se creó Cicely, aparecen Roslyn y la propia Cicely, Kafka y una monja predicadora, entre otros. En otras cosas son unos auténticos cabrones, pero cuando los yankis se ponen a hacer series de televisión, no se les puede superar. Otro día hablaré de otras, hoy me apetece hablar de Joel Fleischman y demás. Y de lo que no voy a hablar ni ahora ni nunca es de cómo las productoras españolas se dedican a hacer bodrios que lo único que tienen de mérito es copiar series americanas. Aquellos tiempos en que se emitía Curro Jiménez están ya tan lejanos...



Un médico judío y neurótico de Nueva York estancado cuatro años en un pueblo pequeño de Alaska tenía que dar juego, pero es que si además lo juntas con una serie de personajes delirantes, pues tienes un filón. La piloto cuyos novios mueren en accidentes rarísimos (cómo te pudiste hacer esa cirugía tan chunga O'Connell), que da el punto ése de la tensión sexual no resuelta que aparece en todas las series, el hostelero longevo y su novia ex-miss y casi menor de edad, el antiguo astronauta convertido en cacique y epítome del capitalismo salvaje, la tendera amante del bingo en un pueblo donde no hay bingo, uno de cuyos hijos se descarrió y acabó trabajando en un banco, el joven mestizo que quiere ser cineasta, el locutor de radio ex-presidiario y plasta que en ciertas épocas del año emite una especie de feromonas que hace que todas las mujeres se lo quieran follar, la recepcionista silenciosa que hace lo que le da la puta gana, y los geniales Adam y Eva, chef e hipocondríaca, respectivamente.

No hay capítulo que no tenga alguna escena absolutamente imprescindible o alguna línea de diálogo para enmarcar o aprenderse de memoria. Recuerdo un verano en el que la echaban por la 2 todas las noches; ese verano no gasté tanto dinero como en otros, precisamente porque siempre estaba en casa para verla, era la época ésa en la que tenías que ver las cosas a su hora, antes de que todos nos comprásemos discos duros portátiles y empezásemos a descargar como locos cosas del emule y similares (¿esto se puede decir?).

Pues este interino errante no es el Doctor en Alaska pero hay veces en las que pienso que me va a tocar currar un año en algún sitio perdido de la mano de dios y con unos vecinos tan entrañables, aunque reconozco que es un poco fantasía porque aquí nos falta, y más en los pueblos pequeños, el rollo de no ser ninguno del sitio, de venir de diferentes puntos y montarnos la vida en un sitio nuevo. Además, yo creo que no hay institutos en los pueblos del tamaño de Cicely que te puedas encontrar en las 9 provincias. Hombre, a lo mejor si fuera maestro sí tendría la posibilidad, pero es un poco tarde para eso.

Me resulta estimulante esa mezcla que expresan casi todos los personajes de la serie en cuanto que hablan bastante abiertamente sobre sus sensaciones y sus preocupaciones, incluso sobre sus sentimientos, pero a la vez lo combinan con ese individualismo tan pretendidamente yanki como de “no te metas en mi vida”.

En fin, son muchas las cosas interesantes, que los de Doctor Mateo quisieron copiar  de mala manera y les acabó saliendo el tiro por la culata. Otro día más, igual hasta me pongo a echar bilis.

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